CORNEJO (CORNUS SANGUINEA)

Cornus es el nombre latino de los cornejos y deriva del griego krános, cerezo, por el parecido de los frutos del cornejo macho. Sanguinea alude al tono rojo sangre que adquieren sus hojas en otoño. También se le denomina cornejo rojo, sanguino, sangueño, sanguiñuelo o cerezo silvestre.
El cornejo es un arbusto grande que a veces se convierte en un árbol que sobrepasa los 5 m. Sus hojas son caducas, simples, opuestas, ovaladas o elípticas, de margen entero y terminadas en punta, donde además se marcan muy bien los nervios. Mientras el haz es liso, el envés es un poco áspero debido a los pelillos que posee. Miden hasta 9 cm de largo por 6 cm de ancho y tienen un rabillo largo. Las hojas del cornejo pueden producir irritaciones y sarpullidos a personas con piel sensible.
El tono verde de primavera y verano se torna de un vistoso color rojo vino hacia el otoño, de ahí su nombre específico sanguinea. Florece al final de la primavera o en el verano. Las flores son blancas o cremas y vistosas, y aparecen en grupos numerosos al final de las ramillas. Sus flores constan de cuatro pétalos blancos, con un olor desagradable. Los frutos son negro-azulados, globosos, carnosos, brillantes, del tamaño de un guisante y maduran en otoño; además son tóxicos.
Se cría en suelos tanto calizos como silíceos, siempre que sean frescos y ligeros. Habita desde el nivel del mar hasta los 1.300 m aproximadamente.
El cornejo se distribuye por toda Europa y el suroeste de Asia. En la Península Ibérica aparece muy repartido por toda la franja norte, Sistema Ibérico, Sierra de Gata y disperso en las serranías béticas. Falta en el sureste y en gran parte de Galicia.
Por su contenido en ácido salicílico (al igual que los sauces), las hojas y la corteza de cornejo se han empleado por sus propiedades analgésicas para reducir los dolores.